domingo, 15 de agosto de 2010

Periferifestivalen

Como ya había comentado en entradas anteriores, Noruega en verano es un paraíso para los amantes de los festivales de música. Los hay de todos los colores posibles, -bueno, yo echaría a faltar algunos, pero eso es algo comprensible dadas las circunstancias. Ayer pude disfrutar del Periferi festivalen que se celebra cada año en Glesvær, un pueblo pesquero de la isla de Sotra a una hora de Bergen.

Entre los artistas invitados había figuras muy conocidas a nivel nacional como John Olav Nilsen & Gjengen, Datarock, Thomas Dybdahl, Morten Abel, Susanne Sundfør,…

Para llegar a Glesvær hay que coger un autobús desde el centro de Bergen que te lleva a Sotra, cambiar de línea y seguir un buen rato. Después de una hora de autobús llegas a destino. Un pueblecito de cuatro casas a la orilla del mar que durante el festival se convierte en un gran recinto de música, performances y gente deambulando por el muelle con la birra en mano y ganas de pasarlo bien.

Coincidimos a la llegada con la actuación de Susanne Sundfør. Una artista nacida en Haugesund, a medio camino entre Bergen y Stavanger que saltó a la fama en el 2006 en el festival de Tromsø. En febrero del 2008 ganó un premio en la categoría de “mejor actuación femenina” y a la recogida de su premio sus primeras palabras fueron: “Soy ante todo un artista, y en segundo lugar una mujer” Así se refería a un debate existente en el momento sobre la diferenciación por género de los artistas. Olé sus huevos! :-) Su música es una mezcla entre jazz, electrónica y música clásica. Aquí dejo un vídeo de una de sus canciones:

La segunda de las actuaciones a destacar fue Thomas Dybdahl. Nacido en Sandnes, ciudad vecina de Stavanger se hizo popular hacia el 2000 y saltó a la fama internacional hacia el 2005 llegando a ser vocalista de algunas canciones de Morcheeba. Tiene un estilo un poco demasiado popero para mi gusto pero que entra bien en según que momentos. La actuación de ayer fue buenísima.

La tercera actuación fue para el grupo Datarock, los descubrí por sorpresa en una actuación hace 4 años y su directo fue contundente. La banda se creó en el 2000 en Askøy, otra isla vecina de Bergen, pero se dieron a conocer en el 2005 con su debut “Datarock, Datarock”.

Es una banda de música “rock electrónica” y se caracterizan por ir vestidos siempre con un chándal rojo con capucha y gafas de sol. Su directo es bastante animado.

Y la estrella del día fue John Olav Nilsen & Gjengen. Tengo que reconocer que no había oído nada de el hasta ayer, así que fui sin ningún tipo de prejuicios y esperando cualquier cosa. Lo primero que vi es salir a un tipo delgaducho con tupé y pinta de rocabilly. Son una banda de Loddefjord (una barriada de Bergen famosa por ser un sitio “poco recomendable”, según los estándares noruegos claro está) La verdad es que de Loddefjord han salido muchas bandas de música que han triunfado a nivel nacional.

Ellos se definen a si mismos como “pop de la calle” y sus influencias vienen del pop, rock, soul y punk. Letras muy curradas (aunque cuesta entenderlas por la jerga que usan y, evidentemente, porque mi nivel de noruego tiene un límite :-) La verdad es que fue una agradable sorpresa, (y uno de los pocos grupos que cantó en Noruego!)

Buen sabor de boca para acabar la noche y empezar la gran migración hacia la ciudad en autobuses llenos de noruegos borrachos cantando a grito pelado durante una hora sin parar. :-)

viernes, 6 de agosto de 2010

Latvija

Riga. Latvija. Un domingo de verano cualquiera por la tarde. Me siento en una plaza del centro de la ciudad para cenar algo cansado después de todo el día pateando por la ciudad. Una batería y un equipo de sonido montado en un escenario a escasos metros de mí. Parece que va a haber un concierto. Bien. Suben dos saxos, un bajo, una guitarra y un trombón. Casi sin aviso previo, y a buen ritmo desde la primera nota, empieza a sonar ritmo de ska. En ruso.

Son las 8 de la tarde y se empieza a formar un grupito de gente entre mi mesa y el escenario. Mezclados en el grupo hay todo tipo de gente bailando, desde unos bailarines profesionales de salón, una mujer enana, un obeso de barriga gelatinosa amenazante, una “princesa” con corona de flores en la cabeza, turistas de todo tipo, chicas jóvenes con trajes ajustados, un par de hippies descalzos, críos corriendo entre la gente, a una mujer con chándal rosa y bolsas de IKEA llenas de trastos viejos bailando y hablando sola, …

Si, definitivamente. Riga es un lugar en el que no tendría problemas para vivir.

La verdad es que la corta visita a Riga me ha dejado mucho más impresionado de lo que me esperaba. La ciudad me recibió con los brazos abiertos desde el primer momento. Es una de esas ciudades en la que te encuentras a gusto nada más llegar, aun cuando no sabes bien bien el porqué.

El primer día lo dedico al centro y al barrio Art Nouveau de la ciudad. Me resultan curiosas, entre otras cosas, una estatua de Roldan, el de la “Chanson de Roland” muerto en una escaramuza en Roncesvalles por los vascos en el S. VIII a la retaguardia del ejército de Carlomagno y otra escultura de los músicos de Bremen. La primera se puede entender fácilmente por la imagen que se vendió de Roland en todo el norte de Europa como héroe cristiano matador de sarracenos y paganos, pero a la segunda aún no le encuentro sentido.

Al segundo día decido hacer una salida a la Letonia rural. Me meto en un autobús y al cabo de 2 horas de trayecto por un paisaje plano inundado de bosques llego a Cēsis. La mujer que se sentaba a mi lado, después de un rato conversando, me da un par de consejos sobre el pueblo y al llegar me presenta a un grupo de amigos que me reciben encantados. Me siento con ellos como si hubiéramos pasado la infancia en este lugar.

Son las fiestas del pueblo y hay mucha animación. Me llevan de paseo, hay mercado, conciertos infantiles, exhibición de artistas nacionales, tiro con arco, disfraces medievales, desfile de coches de época y mucha gente por las calles. Me siento muy acogido. Me invitan a todo, incluso a comer, me enseñan los mejores lugares de la ciudad. La gente se está preparando para la gran fiesta de esta noche, compran las botellas de vino de rigor y seguimos con la visita turística.

Sólo dos personas del grupo hablan inglés, el resto en letón pero todos quieren darme sus opiniones sobre cada esquina que pasamos. Al final del día tengo que coger el último autobús para volver a la capital y no encuentro palabras para agradecerles toda la atención recibida.

Al día siguiente quiero ver el otro extremo del país. Estos días hay un festival de música para ricachones rusos en Jurmala, la “playa” de Riga, llamado New Wave. Aprovechando que conozco alguien allí y puedo quedar para comer con ella, me decido a ir. Jurmala es todo lujo y pijerío, casas enormes con jardines enormes, clásicas y modernas, impresionantes y horribles; tiendas y atracciones orientadas a turistas rusos con los bolsillos cargados de billetes, una playa infinita enmarcada entre un mar sin olas y una línea de árboles enormes que esconden la ciudad que hay justo detrás. (Que buen resultado tiene una buena política de costas en un país tan poco denso!)
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Me recoge Jana en coche y me saca rápidamente del centro para ir a una pizzería con su marido y su hijo. Encantadores, después de unas horas charlando poniéndonos al día y hablando de las ideas de futuro, me vuelven a dejar en el centro. Es una pena que haya venido en uno de los fines de semana más ajetreados para ellos. Los dos son personajes conocidos de la vida pública del país. (Yo diría que los únicos famosos que conozco :-) El es jugador de jockey hielo y ella es presentadora de televisión, actriz y modelo. Por culpa del festival New Wave no dispone de mucho tiempo ya que ha de estar presente en algunos eventos públicos. Aun así estoy contento de poder haberles visto por un rato.
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Después de deambular un rato entre los VIPs rusos que han venido con motivo del festival me vuelvo en tren a Riga y me encuentro, cenando en una plaza, con los Kuchenbeat. Grupo local de ska en ruso que he comentado al principio.

Viaje redondo y, para acabar, de vuelta a Bergen a 15 grados y lloviendo. :-)