sábado, 21 de noviembre de 2009

...viviendo en Ultima Thule?

Hoy voy a pasar de historias antiguas y me voy a desnudar un poco en público. Hace ya un tiempo que vivo en Bergen, Noruega, y bastante gente me sigue diciendo: Pero no te cansas? Si que te ha dado fuerte!

Voy a explicar un poco los motivos, en cierta manera para yo mismo reflexionar sobre ello. Bergen me ofrece muchas posibilidades atractivas pero también algunas carencias. Aquí vienen las razones por las que vivo aquí y los problemas que me he encontrado.

La primera razón es el ritmo de vida. Cada día a las 17 horas estoy fuera del despacho lo cual me deja mucho tiempo libre para hacer lo que quiera. Y “lo que quiera” se puede resumir en varias opciones, tomarte algo con los amigos, comprar, en verano irte a dar un paseo por la montaña, en invierno ir a esquiar a 1 hora en coche o esquí de fondo a mucha menos distancia, irte a cenar, al cine, a algún concierto, a escalar, ... y todo eso de lunes a viernes. Si algún día hay que hacer horas extras, o te las pagan o te las descuentas de otro día. Esta última opción te permite tener fines de semana de 3 días fácilmente. Esta es la segunda razón, la flexibilidad de horario laboral.

Una tercera razón es la jerarquía en los trabajos, aquí todo es mucho más horizontal. En mis experiencias en Barcelona los jefes andan a 15 cm del suelo y servirían para una buena definición de “Vampiro chupa-sangre”, salvo honrosas excepciones, claro está. Los derechos de los trabajadores están mucho más desarrollados, tomarte días libres sin certificado médico, un día libre por mudanza,…

La cuarta razón es el nivel de vida. Según la estadística anual de Índice de Desarrollo Humano, Noruega está en la primera posición. Aunque hay que decir que si comparamos los datos con los de la CAV, están bastante igualados. Otro tema sería analizar los estratos económicos según la sociedad. Es decir en la CAV los ricos son más ricos y los pobres más pobres en comparación con Noruega, donde hay menos diferencias. Pese a que la vida es más cara, uno puede ahorrar a la vez que permitirse ciertos lujos.

La quinta razón es la seguridad. Aquí la gente vive confiada, lo cual puede ser un problema cuando se viaja al extranjero y uno se da cuenta de los malos vicios adquiridos como dejarte las bolsas abiertas, desatender objetos personales, ... La única excepción son los robos de bicis. En 3 años me han robado una bici vieja del jardín posterior de casa que iba a reparar, a Siren le robaron mi bici prestada (aunque la policía consiguió recuperarla), me hicieron trueque con el sillín a plena luz (me dejaron uno viejo a cambio) y me han cortado una cadena de protección. No podía ser perfecto...

La sexta razón es la montaña, desde el portal de mi casa a 20 metros empieza el bosque. Eso te da una tranquilidad y una sensación de libertad brutal. Aunque en esta época del año no se puede hacer mucho en el exterior hasta que llegue la nieve y los días empiecen a ser más largos, en verano es un auténtico lujo. Y todo eso en el mismo sitio en el que trabajas. Quiero decir que la dimensión de la ciudad es adecuada, ni una gran metrópolis, ni un pueblecito pequeño perdido en las montañas.

La séptima razón es el clima. Si, el clima. Viviendo en el norte del planeta te das cuenta de la importancia de las estaciones. El verano es increíble, días de 20 horas de luz, temperaturas de unos 25 grados, buen rollito, gente por las calles(sin ser demasiado) En el invierno hay nieve, puedes irte a esquiar o a pasar un fin de semana en una cabaña rodeado de amigos con el calor del hogar y metros de nieve en el exterior. El único inconveniente es el otoño o los primeros meses de invierno cuando no hay nieve, llueve casi todos los días y hay muy pocas horas de luz. Pero hay que pasar por la época de vacas flacas para disfrutar de las gordas, no?

La octava razón es que mi pareja es noruega, no por ser la última es la menos importante, pero si la más personal y por ello no voy a dar muchos más datos. ;-P

Por otro lado están los inconvenientes/carencias.

El problema del idioma. Acepto mi ineptitud para avanzar a partir de cierto nivel en cualquier idioma. Con esa frase como premisa, cada vez hablo un castellano más raro, estoy perdiendo fluidez con el euskera y mi catalán escrito cada vez es más patético. Por no hablar de las faltas de ortografía, la excusa de que Gabriel Garcia Marquez pueda ser peor que yo no vale y depender del autocorrector de Word es muy triste. El inglés se queda estancado como idioma de emergencia en momentos complicados. Y mi noruego ha llegado a un nivel en el que me defiendo pero a niveles profesionales algunas veces sigue siendo un handicap. Tienes la sensación de ser un niño pequeño que no se entera de nada en muchas circunstancias. Cuando llegas a casa te das cuenta de que tu cabeza saca humo pero sigues teniendo que usar el noruego para relajarte, lo cual para mi no es fácil. No existe el descanso, en parte por eso escribo en este blog. El cerebro te va al doble de revoluciones de lo que debería ir.

Otra cosa importante es que toda esa información periférica que normalmente te llega en una conversación informal ahora no te llega. Digamos que si pillas un 80-90% de una conversación casual, ese 10-20% nunca te llega y al final te das cuenta de que te pierdes cosas que los demás dan por hecho. A lo largo del tiempo eso supone un problema. Por no hablar de frases hechas, contracciones, jergas, dialectos (que hay muchos), las dos lenguas oficiales que se hablan (Bokmål y Nynorsk),… ufff!

La diferencia en las relaciones sociales. La diferencia social está ahí. Es evidente y no se puede ignorar. Y a veces en lugar de ser una riqueza cultural supone una traba. No hay que ser endogámicos y quedarse siempre con nuestro “tipo de gente”, eso no es sano. Pero el extremo opuesto también nos puede dar problemas de integración. Las relaciones entre las personas son diferentes, más frías se podría decir. La forma de salir a tomar unos "potes" es muy diferente (no hay pintxos!! ;-). Es difícil entrar en un círculo de amistades noruego y sentirte totalmente incluido, acabas juntándote fácilmente con los extranjeros del curso de noruego o del ambiente "Erasmus" (Una casa de locos - Las muñecas rusas) y eso también es un poco irreal. Hay que saber pasar página si no quieres vivir una eterna vida de estudiante y seguir siendo un extraño en tu propia ciudad.

La diferencia cultural. El fondo cultural es diferente, el ejemplo más claro es el fútbol. Los que me conocéis ya sabéis que no sé, ni me interesa, nada de ello, pero es un tema recurrente en las relaciones sociales que aquí queda del todo anulado. No hay nada detrás de la liga inglesa de fútbol para los noruegos. Eso se puede extrapolar a otros ámbitos. La televisión es básicamente americana, y un poco británica. Hasta hace poco yo pensaba lo mismo viviendo en Barcelona pero esto es mucho peor. Noruega tiene una sociedad mayoritariamente anglófona, el inglés y cultura americano-británica es la base justo detrás de la noruega (y a veces por encima) Yo vengo de una sociedad más compleja en la que en algunos momentos es catalana, en otros vasca y en el sustrato siguiente está la "latina" (?) (entiéndase por ello española, latinoamericana, francesa, italiana,…) No piensas en ello hasta que te lo encuentras, y son dos mundos enormes mucho más diferentes de lo que me imaginaba. Es lo mismo de antes, riqueza cultural, pero en dosis elevadas se puede convertir en perjudicial para uno mismo.

El entendimiento en el trabajo. El que diga que vivimos en una sociedad totalmente globalizada, se equivoca. Aún no, y gracias. Pero eso trae sus problemas. Cada país tiene su forma de hacer las cosas. Esto es un arma de doble filo. Yo soy un emigrante (si, legal y sin relativos problemas sociales, pero también emigrante), y cuando te trasladas a otro país has de aceptar sus normas (When in Rome do as the romans do). El mundo de la arquitectura no es una excepción, evidentemente. Aquí los papeles son diferentes, no hay aparejadores y el arquitecto asume roles que ni siquiera después de 3 años tengo del todo claro. Tener un rol poco claro, usar un idioma que no se domina perfectamente, enfrentarte a normativas, leyes y burocracia varia en un ambiente de trabajo agradable pero que demanda resultados no es una buena combinación. Y cuando ves que no llegas a estar nunca en una posición completamente cómoda, el mundo se vuelve cuesta arriba cada día más. Por suerte va mejorando poco a poco. ;-)

La pérdida de identidad. Si mi situación ya era complicada antes, - nacido en Barcelona en una familia de emigrantes navarros, culturalmente y sentimentalmente vasco pero oficialmente catalán y con un pasaporte obligadamente español -, ahora es aun peor cuando tienes que andar explicando “eso” a todo el mundo y te encuentras con (mucha) gente que aún se cree que el euskera es un dialecto del castellano y que tu estas todo el año a 30-35 grados en la playa oyendo flamenco con sombrero mexicano y que nunca has visto ni nevar ni una montaña, y encima te llaman torero. Al final acaba doliendo. Muchas veces al conocer gente nueva, por no dar largas explicaciones, entrar en un debate eterno y no sentirte un bicho raro a los ojos de los demás acabas diciendo: “- Si, si. Tienes razón, el flamenco lo llevo en la sangre”. Y no lo llevo nada bien, la verdad. Puede parecer una tontería pero os aseguro que no lo es.

El alejamiento de la familia y los viejos amigos. Qué decir sobre eso? Pues nada que no sea fácil de imaginar. La morriña gallera, o la "herrimina" vasca, o dejémoslo en la nostalgia de la gente que te importa y tienes lejos. Eso tiene también un peso cada vez más grande.

Seguro que me dejo algo en el tintero, pero en algún momento tengo que dejar de escribir. No pretendo escribir un "Manual de integración en Noruega", estas son sólo mis experiencias e interpretaciones personales.

Después de todos estos pros y contras, tengo que decir que sigo viviendo aquí porque, al menos por el momento, las razones positivas tienen más peso. Y seguiré en Noruega mientras eso sea así.

Para acabar esta pornografía personal os dejo un par de vídeos que intentar explicar la tranquilidad de la rutina diária. El primero es el trayecto diario de casa al curro. La calidad es penosa, como podéis imaginar no tengo steadicam, ni otros aparatos profesionales. Está filmado con una cámara digital compacta y la manita encima de la bici. Y de la música, que voy a decir, cursi? Puede ser, pero Debussy me entró con el "Planeta Imaginario" y ahí se quedó.

Una vez dejo la bici hay varias maneras de subir al despacho, escaleras, y algún puente y más escaleras:

O por una polea, con la ayuda de alguien:

Pero mi camino habitual es el siguiente:

Y así empieza el día de curro en Fuggibaggi design, en el barrio Hanseático de Bryggen. Y ya basta por hoy. Valla otro rollo que os metido ...

3 comentarios:

  1. Hola.
    Que maravilla de lugar describes, como todo tiene sus pros y sus contras, pero a la larga todo deja. En fin que todos aunque nazcamos en un lugar somos viajeros solo de paso en este mundo

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  2. Uff...que paisajes ,pienso que quien dijo que por haber nacido en un lugar especifico uno tiene que vivir para siempre allì ,el planeta tierra entero es nuestra casa mayor el humano puso las fronteras ,y la peor de las fronteras son las mentales.

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