domingo, 6 de diciembre de 2009

Gíglico en noruego

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«Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.»
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Así es como me siento a veces cuando estoy disfrutando mi tiempo libre en compañía de noruegos y bajo la guardia. Es decir, cuando haces toda la vida en noruego, durante el trabajo, las compras, los papeleos varios, las cenas, las fiestas,... y sobre todo durante las actividades de ocio y de repente en algún momento tu cabeza se relaja y empiezas a oír cosas mezcladas.
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Desconozco si Julio Cortazar escribió el capítulo 68 de Rayuela en gíglico con esta idea pero a mí me sirve para expresar un poco las sensaciones que te quedan cuando en ese estado de relajación cerebral crees entender lo que se dice, pero en el fondo no es así. Hasta que vuelves a levantar la guardia y volver al mundo real.

2 comentarios:

  1. Busnísimo tu pensamiento David, muy bueno !!! Me ha gustado mucho tu reflexión ...
    D. (o sea yo, bueno vale, Diego)

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  2. Gracias Mr. D, digooo Diego. ;-)

    Pronto te vas para Rosario, no?

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